miércoles, 2 de marzo de 2011

La paradoja del doctor Charles

Sobre finales del siglo VIII  en la ciudad de Bitola, Macedonia, vivió el doctor Charles. Un profesional de los más reconocidos de la época en el campo de la medicina y hasta el momento único médico del poblado. Para ese entonces Bitola, ubicada al suroeste de la nación macedónica, atravesaba, al igual que la mayor parte de Europa, la peste bubónica; una epidemia proveniente de Asia y de la cual los ciudadanos bitolanos no pudieron escapar.
Frente a los distintos casos de la peste y producto de la demanda de pacientes, Charles comenzó a llenar sus bolsas de preciosas monedas de oro que los acaudalados artesanos del lugar le daban a cambio de la medicina. Pero Charles, ningún improvisado en el tema, entendió que al repartir equitativamente la dotación necesaria para la curación le iba a poner  fin a su creciente economía. Ante dicha situación, comenzó a reducir las dosis y de ese modo las curaciones eran a medias, es decir,  los pacientes al mes volvían con los mismos síntomas; el doctor tejió entonces un circulo tan perverso como perfecto donde el único beneficiado era él.  Jamás nadie se atrevió a desafiar los conocimientos de Charles, pues este era hacedor de una impresionante retórica capaz de engañar al más sabio del poblado; además de la arrogancia de alguien que disfrutaba de la dependencia que el pueblo había contraído con sus facultades.
Llegando los meses de invierno el médico tuvo un amorío con una prostituta en una habitación precaria de su consultorio. El resultado de este romance fue el contagio nada más y nada menos que de la popular peste, la cual dejó a Charles al borde de la muerte. Todos los ciudadanos de Bitola quisieron brindarle ayuda, pero para ello Charles debía revelar cual era el verdadero modo de erradicar la epidemia del cuerpo, ya que el cuadro era muy severo.
El doctor, negándose a desmenuzar la mentira que durante tanto tiempo había configurado, se dejó morir entre delirios y escalofríos antes que describir los años de engaño a los que sometió al poblado.
De todos modos los bitolanos consideraron un héroe al médico, sin embargo este ya no vivía ni para disfrutar de tamaño reconocimiento ni para gozar de las monedas de oro que tanto acumuló, las cuales desaparecieron de un momento para otro, importando poco que habían pertenecido a Charles.

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